Don José Gras y Granollers, fundador del Instituto de las Hijas de Cristo Rey, nació en Agramunt (Lérida), el 22 de enero de 1834 en el seno de una familia de agricultores pobres. De niño tenía un gran deseo: ser sacerdote. En 1846  salió de Agramunt para entrar en el Seminario. En 1847 comenzó sus estudios eclesiásticos en esta ciudad. Escritor incansable, comenzó a escribir colaborando con sus artículos en varios periódicos y revistas cuando era todavía seminarista, publicando además algunos opúsculos y libros. El 20 de marzo de 1858 fue ordenado sacerdote en Barcelona.
Se comprometió en diversos apostolados: Catedrático de Teología Dogmática, durante dos años, en el seminario de Tarragona; coadjutor de las parroquias de S. José y Stos. Justo y Pastor de Barcelona; preceptor en Madrid y Écija (Sevilla) de los hijos de algunas familias nobles.
En 1866 se establece definitivamente en Granada, como Canónigo de la Abadía del Sacro Monte. Funda en 1866 la Asociación de carácter religioso-literario, «Academia y Corte de Cristo», con el fin de dar a conocer y adorar la Soberanía de Jesucristo y, como medio para realizar el fin propuesto, la revista El Bien que publicó por más de cincuenta años, hasta su muerte en Granada.
En 1876, con el deseo de hacer reinar a Cristo en la familia y en la sociedad a través de la enseñanza, funda el Instituto religioso de Hijas de Cristo Rey. Murió en Granada el 7 de julio de 1918.
Dos palabras fueron para él lema, síntesis de su vida, manifestación de su pensamiento y expresión de sus sueños: CRISTO REINA.

La Sierva de Dios, M. Inés de Jesús (Isabel Gómez Rodríguez), primera Superiora General del Instituto de Hijas de Cristo Rey, nació en Albuñol (Granada), España, el 14 de marzo de 1847.

Con una inteligencia clara y  voluntad fuerte y decidida, desde pequeña manifestó gran interés por el estudio, pero la pobreza de su familia la obligó pronto a trabajar. A pesar de ello, consiguió realizar los estudios de Magisterio, alternando con el trabajo, alcanzando por oposición una Escuela estatal.

En 1868, cuando tenía 21 años, se propone vivir sólo para Dios. Cinco años más tarde (1873),  ya maestra, se entrega con afán apostólico a la enseñanza. En 1874 decide hacerse religiosa e ingresa en las Hermanitas de los Pobres, pero la obligan a salir, ante la insistencia de las gentes del pueblo del que era maestra, que desean vuelva a su escuela.

Tras muchas dificultades e intentos, finalmente, en 1877, la ponen en contacto con el Venerable D. José Gras y Granollers, que un año antes, en 1876, había fundado el Instituto religioso de Hijas de Cristo Rey. El 18 de abril de 1877 ingresa en este Instituto y, dada su personalidad humana y espiritual, pronto es nombrada por el Fundador superiora de la Comunidad y, más adelante, Superiora General, cargo en el que permanece hasta la celebración del primer Capítulo General, en 1899.

Elegida de nuevo Superiora General en 1905, lo será hasta su muerte, el 2 de mayo de 1930, doce años después del Fundador, cooperando en todo tiempo activamente en el desarrollo y extensión del Instituto. Gobernó durante más de cincuenta años el Instituto de Hijas de Cristo Rey que, a su muerte, se encontraba establecido en doce diócesis de España y contaba con diecinueve casas, ocho de ellas fundadas después de la muerte del Venerable D. José Gras. Las Hijas de Cristo Rey practicaban el apostolado en colegios, orfanatos, escuelas dominicales, etc., poniendo así en práctica el legado del Fundador de hacer reinar a Cristo en la familia y la sociedad, a través de la enseñanza.

NUESTROS VALORES

EL AMOR. “Para enseñar y educar niños es preciso amarles, nada como el amor contribuye a dar con todos los resortes que más poderosamente los mueve” (José Gras).

 

-Fomentar la generosidad, el respeto, el compañerismo, la aceptación de la diversidad, el perdón y el trabajo en equipo.

-Espacios para la escucha y el diálogo, donde los alumnos y alumnas se sientan tratados con cercanía y afecto, desde una pedagogía preventiva basada en el amor.

LA VERDAD. “No se puede dar enseñanza si no se comunica verdad” (José Gras).

Formar personas con espíritu crítico que sepan interpretar la realidad del mundo que les rodea y descubran a Jesucristo como Verdad y Razón de todo.

EL BIEN. “… es necesario probar que nuestra fe es viva y constante” (José Gras).

Ayudamos a los alumnos a educar sus propios sentimientos, formando en ellos una voluntad y una conciencia libre y responsable. Despertamos en sus corazones la sensibilidad, la empatía y la solidaridad para que, buscando el bien, se comprometan en la transformación de la sociedad en la que viven.

LA FE. “… es necesario probar que nuestra fe es viva y constante” (José Gras).

-Cultivamos la interioridad a través del silencio, la escucha y la reflexión, para que nuestros alumnos se puedan abrir a la experiencia de Dios y al encuentro personal de Jesucristo Rey en la oración, la adoración, las celebraciones y los sacramentos.

-Fomentamos el amor a María, Inmaculada y Reina.

LA VIDA. “El bien de la sana educación es el bien supremo de la vida, lo mismo para los individuos que para los pueblos” (José Gras)

Creemos en el alumno y en sus posibilidades que, potenciadas con el esfuerzo, la superación y la responsabilidad, le motivarán para ser protagonista de su vida y transformadores de la sociedad.

La educación que esclarece el entendimiento, a la vez que vigoriza y hermosea el corazón, es evidentemente la educación de las educaciones” (José Gras)